Famoso en todo el mundo, el golfo de Saint-Tropez es mucho más que una serie de pueblos pesqueros bañados por las aguas cristalinas del Mediterráneo. De Bormes-les-Mimosas a Ramatuelle, pasando por Gassin, Cogolin y el propio pueblo de Saint-Tropez, este territorio ofrece a los viñedos de Provenza una diversidad de sabores gracias a la complejidad geológica de su subsuelo. Demos un paseo por una denominación excepcional.
Cada color tiene su propia variedad de uva
En este maravilloso rincón del sur de Francia, enclavado entre colinas y rocas rojas esculpidas por la erosión, crecen vides desde hace 2600 años. Los vinos producidos en el golfo protegido de Saint-Tropez están reunidos bajo la denominación de origen controlada (AOC) Côte de Provence, cuyas fincas repartidas en 84 municipios se extienden a caballo entre los departamentos del Var, Bouches-du-Rhône y Alpes Marítimos.
Cada color de la bebida es el resultado de una compleja combinación de distintas variedades de uva y del trabajo del enólogo. La syrah, la garnacha y la tibouren producen tintos tánicos y potentes. Los blancos florales son una mezcla de clairette, semillón y vermentino, mientras que los famosos vinos rosados, con sus singulares tonos que van del rosa pálido al salmón, se elaboran con variedades menos conocidas como la cinsaut, una antigua variedad de uva negra de zumo blanco, y la mourvèdre, con sus aromas especiados y a frutas negras.
Un paseo entre viñedos y castillos vinícolas
En este baluarte de la DOC se reparten la denominación una veintena de fincas de renombre o más modestas, que siguen un pliego de condiciones preciso y métodos de producción particulares, como la vendimia exclusivamente manual o el cultivo biodinámico.
El municipio de Gassin, encaramado en una colina que se adentra en el mar, alberga algunas de las casas de viticultores más famosas de la región, al igual que el pueblo de Cogolin, que produce una bebida prestigiosa gracias sobre todo al trabajo de la naturaleza y al saber hacer familiar. En esta tierra encantadora, el sol ideal acompañado de una suave brisa marina regala naturalmente a las mujeres y a los hombres que consagran su vida y su energía a la elaboración de un vino de renombre.
Desde fincas de renombre hasta antiguas bastidas rodeadas de garriga y alcornoques, los sutiles sabores del Mediterráneo se pueden degustar en cada cosecha del terruño tropeziano.
Aprenda enología
Para conocer las especificidades del viñedo y despertar sus sentidos, las fincas ofrecen diversas actividades en función del tiempo de que disponga, desde 30 minutos para algunas hasta 2 horas o más. La más común es una degustación guiada. Visitará las bodegas donde se envejecen los vinos y descubrirá las etapas de producción a través de un paseo por los viñedos. El viticultor no le contará todos sus secretos, pero podrá hablarle con pasión de su trabajo y de esta asombrosa planta trepadora doméstica cuyo zumo, llamado mosto, se transforma en vino a través de una serie de procesos basados en la maceración y la fermentación.
Puede complementar esta visita con un paseo a pie, en bicicleta de montaña o incluso en bicicleta eléctrica por los viñedos y pueblos. Gassin, clasificado como uno de los pueblos más bonitos de Francia, ofrece un panorama excepcional del golfo de Saint-Tropez y del macizo de Maures. Se recomiendan otras paradas, como el pueblo de Ramatuelle con su famosa playa de Pampelone, o Bormes-les-Mimosas, que debe su nombre a la importante floración de este árbol embriagador desde mediados de diciembre hasta mediados de marzo.
Algunas fincas ofrecen ir más allá introduciéndole en la enología a través del descubrimiento sensorial, vista, nariz y boca de vinos clasificados. Tanto si es un simple curioso como un gran aficionado al vino, un enólogo le acompañará en su descubrimiento y le hará viajar entre las notas de frutas rojas frescas, uvas, grosellas, fresas, frutas negras, arándanos, grosellas negras, frutas exóticas, piña, mango, frutos secos, ciruelas pasas, almendras o incluso cítricos.
Por último, puede aprovechar al máximo los encantos de la Provenza reservando una mesa en el interior de una finca vinícola para saborear una cocina típicamente provenzal, ya sea moderna o más clásica, y familiarizarse con el maridaje perfecto entre vino y comida.
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